Iniciando este mes de marzo nos ha dejado, a los 84 años, uno de los más prestigiosos y carismáticos directivos empresariales de los últimos tiempos: Jack Welch. Dos de sus rotundos textos, al igual que su propia trayectoria profesional, consolidaron un norte para los que nos dedicamos a optimizar recursos, aunque juguemos en ligas mucho más modestas, pero no por ello menos ilusionantes: “Hablando claro” (2001) y “Triunfar” (2005). Sirvan estas líneas como pequeño tributo a un grande de la dirección empresarial, rememorando algunas de sus enseñanzas más emblemáticas.
“Existe una delgada línea entre la arrogancia y la confianza en uno mismo, y esta última, si es legítima, es un caballo ganador”. Neutron Jack, como era conocido nuestro protagonista, fundo en el año 2009 el JACK WELCH MANAGEMENT INSTITUTE, que mantiene en la actualidad una de las mejores maestrías en administración de negocios (MBA). Este hombre era categórico, pero era una lógica diferenciación fruto de una contrastada experiencia. Y la experiencia es una permanente superación de errores que es lo que marca la diferencia en el mundo empresarial. Siempre que tomo contacto con un consultor empresarial, con un especialista, con un asesor, lo primero que evalúo son sus vivencias empresariales: que es lo que ha creado o ha ayudado a crecer. Esas son las credenciales, y las de Jack Welch eran sencillamente impresionantes.
“La visión sin acción es un sueño. Acción sin visión es simplemente pasar el tiempo. Acción con visión es hacer una diferencia positiva”. Nuestro hombre sabía de acción, bajo su mando, General Electric vivió sus mayores momentos de gloria y pasará a la historia como uno de los directivos más carismáticos de Estados Unidos y mito de la gestión empresarial durante las últimas décadas del siglo XX.
Ahora que estamos colapsados por tanto “buenismo papanatas”, hay afirmaciones que resultan duras, pero es que el mundo de los negocios es un mundo cuesta arriba. En Hablando Claro (2001) manifestaba sin remilgos: “Los equipos ganadores surgen de la diferenciación, de la recompensa de los más fuertes y el descarte de los más débiles, en una lucha constante por subir el listón”. Si no es cuesta arriba, que se lo expliquen a los promotores y emprendedores españoles, que están sacando adelante el tejido de micro-pymes y pymes de España, más del 70% de nuestra economía.
Como siempre toda biografía tiene luces y sombras, destacando el legado final. Durante los veinte años en los que estuvo al frente del conglomerado industrial multiplicó por más de cuarenta veces el valor de mercado de la compañía, a la que convirtió en un icono de los Estados Unidos, disparando sus ingresos de 13.000 a 480.000 millones de dólares, dando forma a la mayor empresa del globo. Pero en línea a su axioma: “El éxito empresarial no se basa en predicciones grandilocuentes; es el resultado de la capacidad para responder rápidamente a cambios reales a medida que éstos tienen lugar”. Fue comprensible y duramente criticado por las drásticas reducciones de la plantilla de General Electric, que disminuyo de 410.000 a 300.000 trabajadores, lo que le valió el sobrenombre de ‘Neutron Jack’.
Jack Welch nació en el seno de una familia humilde de origen irlandés, de padre ferroviario y madre ama de casa. Desde el principio fue un autentico luchador, y eso le imprimió un carácter muy particular. En “Triunfar” (2005) apuntaba sin tapujos: “Los líderes tienen el coraje de tomar decisiones impopulares: el líder no existe para hacer que todo el mundo sea feliz, sino para liderar. Muchas veces lo correcto, lo ético, no es lo que a todos gusta, sin embargo, tienen la fortaleza necesaria para defender sus principios”.
Sus primeros estudios los realizó en la escuela secundaria de Salem y luego ingresó en la Universidad de Massachusetts Amherst, donde obtuvo la ingeniería en química en 1957. Potenció su sólida formación con una maestría y un doctorado en la Universidad de Illinois, lo que le permitió acceder a GENERAL ELECTRIC en 1960.
Su carrera fue meteórica, y no se le conocen padrinos, obteniendo el cargo de vice-presidente en 1972 y, presidente, en 1981. Durante esos años de incesante ascenso, es posible que elaborara el siguiente pensamiento: “Los líderes crean confianza con su sinceridad, transparencia y méritos: sea honesto con todo el mundo en la compañía. La sencillez y humildad es muy importante. No permita que su cargo, sea cual fuere, se le suba a la cabeza”. A partir de asumir la presidencia, se concentró fanáticamente en la transformación de GENERAL ELECTRIC en una firma dinámica y competitiva, intentando amortiguar su elefantiásica estructura. Fue muy discutida, su diversificación empresarial, sobre todo en lo relacionado a los mercados financieros. Realmente no tengo claro si fue un error, o que las grandes corporaciones bancarias nunca se lo perdonaron…
Un hombre controvertido, un hombre poderoso, un hombre envidiado, pero sin duda un hombre que deja tras de si un importante ejemplo, que intentaría condensar en dos de sus pensamientos axiales:
“Enfrenta la realidad tal como es, no como era o como deseas que fuera”. Una de las grandes resistencias al cambio es negarnos a ver el mundo como es. Acontece con algunos emprendedores con ideas de negocio potencialmente excelentes, pero que cuando se enfrentan al mercado fracasan porque asumieron como auténticas demasiadas hipótesis. Por eso es tan importante probar los conceptos e ir corrigiendo en función de la realidad. Ya lo decía mi padre, que no ha suscrito ningún manual de management, pero le saca leche a un clavo: “Los experimentos con gaseosa”.
Y sin duda “He aprendido que los errores pueden ser tan buenos profesores como el éxito”. Henry Ford, eterno ejemplo en las diferentes escuelas de negocio lo dejaba muy claro, fracasar es la oportunidad para volver a empezar de manera más inteligente. Esto es la experiencia…
Sirvan estas líneas, como un pequeño homenaje, para un gigante de la gestión empresarial.
Luis Miguel Nantón
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SIEMPRE APRENDIENDO
Ante todo gracias por tu visita.
Te presento un recopilatorio de los artículos que semanalmente se publican en el CANARIAS 7, y que con auténtica finalidad terapéutica, me permiten soltar algo de lastre y compartir. En cierta medida, de eso se trata al escribir, de un sano impulso por compartir.
La experiencia es fruto directo de las vivencias que has englobado en tu vida, y mientras más dinámico, proactivo y decidido sea tu carácter, mayor es el número de percances, fracasos, éxitos… Los que están siempre en un sofá, suelen equivocarse muy poco…
Y, posiblemente eso sea la experiencia, el superar, o al menos intentarlo, infinidad de inconvenientes y obstáculos, procurando aprender al máximo de cada una de esas vivencias, por eso escribo, y me repito lo de siempre aprendiendo, siempre.
Me encantan los libros, desvelar sus secretos, y sobre todo vivificarlos. Es un verdadero reto alquímico. En su día, la novela de William Goldman “La Princesa Prometida” me desveló una de las primeras señales que han guiado mi camino. La vida es tremendamente injusta, absolutamente tendente al caos, pero es una experiencia única y verdaderamente hermosa. En esa dicotomía puede encontrarse ese óctuple noble sendero que determina la frase de aquel viejo samurái: “No importa la victoria, sino la pureza de la acción”.
Como un moderno y modesto samurái me veo ahora, en este siglo XXI… siempre aprendiendo. Los hombres de empresa, los hombres que intentamos sacar adelante los proyectos de inversión, la creación de empleo, los crecimientos sostenibles, imprimimos cierto carácter guerrero a una cuestión que es mucho más que números. Si además, te obstinas en combinar el sentido común, con principios, voluntad de superación y responsabilidad, ya es un lujo.
Si también logramos inferir carácter, lealtad y sobre todo principios a la actividad económica, es que esa guerra merece la pena. Posiblemente sea un justo combate.
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