El “cacao económico” que se irradia a nivel planetario es algo extremadamente complejo, con muchos factores y diversos actores, que están apostando muy fuerte. Poco me entero de esta liosa madeja, que combina hilos económicos, geopolíticos y sociales. Pero los medios no cesan de publicar noticias apocalípticas, con gente muy mala y loca, y otros que supuestamente están preocupados por nuestro bienestar. Pues ya saben, ni Caín era tan malo, ni Abel era tan bueno. Y este axioma, no falla nunca.
Que los actuales políticos europeos son una panda de incompetentes e iluminados, no es una mera opinión. A los gestores se les conoce por los resultados, y éstos son pésimos. Muchos vivimos peor que hace 10 años, aunque nos insistan en lo contrario. Y si la comparativa la realizas con jóvenes, pues es más que lamentable. Estos “caraduras” están especializados en desviar la atención, y focalizar los males, fruto de su ineptitud, en elementos ajenos a la ecuación. A lo mejor, no todo son aranceles, y seguimos alimentando una crisis estructural, aderezada con una persistente crisis de deuda.
El sistema financiero internacional es muy sensible, y cada día más vulnerable a un crecimiento exponencial de la deuda. Cuando en 2008 se produjo la crisis del euro, la deuda pública de los países era mucho menor que ahora. Para corporaciones y gobiernos, no hay otra solución a las periódicas crisis, que imprimir más moneda y aumentar la deuda. Y, ahora, continúan con la misma receta de que hay que gastar más, mucho más, para “estimular” la economía. Lo peor es que Alemania se ha subido al carro. Nadie se acuerda de la crisis del euro y cómo provocó que los inversores perdieran la confianza en el valor de la deuda europea.
La Comisión Europea plantea por un lado un rearme de 800.000 millones de euros y, por otro, Alemania anuncia un paquete adicional para infraestructuras de 500.000 millones. No suficiente con eso, modifican su constitución para poder “pulirse” hasta 2 billones más. En la práctica, hacer fosfatina el pacto de estabilidad presupuestaria que diseñaron en su día, y que tan buenos resultados les dio.
En el caso de EE.UU, la deuda es mucho más espectacular. A lo mejor la apuesta de su actual gobierno es la de enfriar su economía, para bajar los tipos de interés y minorar el coste de su deuda sideral. EE.UU arrastra una deuda de 36 billones de dólares, el 124% sobre su PIB, mayor que la deuda que tenía tras la última Guerra Mundial. EE.UU. tiene un serio problema económico y comercial, debido al descontrol de las políticas monetarias, presupuestarias, belicistas y arancelarias que se han llevado hasta ahora. Y frente a problemas extremos, arrecian drásticas soluciones.
Al igual que la mayor parte de las naciones industrializadas, EE.UU. ha alimentado el constante crecimiento de su PIB con deuda. El Gobierno Chino también emplea la misma herramienta, no lo olviden. Si no se afrontan cambios estructurales, la deuda alcanzará el 135% sobre el PIB en 2035. Actualmente, el gasto por intereses que genera esa deuda es de aproximadamente 1,2 billones de dólares, más que todo el presupuesto militar y de defensa de EE.UU. y cercano al gasto en pensiones o en sanidad. El déficit público fue superior al 6% en 2023, del 6,5% en 2024 y, si no cambia la cosa, llegará al 6,8% en 2025.
Los aranceles no son un ajuste comercial, sino un primer paso del reajuste integral que necesita EE.UU. Necesitan como agua de mayo recortar los tipos de interés, para evitar colapsar financieramente. Si los cerca de diez billones de dólares que deben refinanciarse en 2025 se refinancian a 10 años, cada 50 puntos básicos que consigan minorar en el tipo de interés supondrán un ahorro aproximado de 46.000 millones de dólares por ejercicio. Por tanto, el equipo de Trump pretende reducir los tipos de interés a toda costa, para generar margen fiscal. Los nuevos aranceles de Trump no son solo un arreglo comercial, sino que pretenden ser el desencadenante de un reajuste mucho más integral de la economía americana. Sobre todo porque los recortes del gasto restablecen la disciplina fiscal y los aranceles impulsan el crecimiento interno y la recuperación de la industria. No lo verán hasta finales del 2026, si les sale la jugada, pero hacen algo.
En Europa no lo tenemos mejor. Cuando se produjo la crisis del euro, la deuda europea era de 9,75 billones de euros, un 75% del PIB comunitario. Ahora mismo hablamos de 15,50 billones de euros, es decir, un 82% del PIB de la eurozona. Este dato podría relajarnos un poco si lo comparamos con el 115% de España o el 134% de Italia, si no fuera porque los alemanes están tirando la casa por la ventana, que no solo provocará un aumento sustancial del ratio, sino que, además, abre la veda para que el resto de políticos europeos se apunten a la barra libre del gasto. Y eso es muy peligroso, sobre todo porque ninguno de estos energúmenos parece estar preocupado por el futuro. Bueno, al menos por nuestro futuro.
EE.UU. ha perdido su base industrial frente a China y los países del entorno BRIC. Su déficit comercial de “bienes” es de más de 1,200 billones de dólares en 2024, frente a los 1,062 billones de 2023, un crecimiento del 14%, y continúa subiendo en este año. De los 36 billones de dólares de deuda, 9,2 billones vencen en 2025 y casi 6 billones en 2026. O enfría la economía y baja los tipos, o el tema puede estallar. Los aranceles que ahora ha impuesto Trump son una estrategia de negociación para equilibrar su balanza comercial. Y también una forma de devaluar el dólar para promover sus exportaciones. Son solo datos, otras perspectivas, pero no se explica todo de una manera tan infantil como muchos medios lo están presentando.
Una de las grandes “trolas” de la modernidad es el “libre comercio”. La mayoría de las naciones no solo tienen aranceles medios más altos que Estados Unidos, sino que camuflan sus taimadas barreras al libre comercio detrás de costosas restricciones de entrada, con cuotas, requisitos de elegibilidad, controles de precios, regulaciones de envases y etiquetado, etc. No olvidar el coste brutal que supone para el sector primario, todos los gravámenes y encarecimiento de costes por su alocado Pacto Verde.
Hace solo dos días, y como otra muestra más de lo complejo de la situación, el presidente de Estados Unidos decretó una tregua parcial de 90 días en esta guerra comercial. Trump deja en suspenso los aranceles “recíprocos” con la excepción de China, a la que castiga por tomar represalias con un arancel del 125% con efecto inmediato. Si hay algo que resulta evidente, es quien es el gran enemigo. Justo al que su Sanchidad acaba de alabar con su visita a la dictadura China.
Al final, en año y medio, el gobierno de Trump se enfrenta a la prueba del algodón de las elecciones federales. Los votantes norteamericanos no responden a ideologías, sino a precios, empleos y economía. Lejos de las elucubraciones del mundo Woke, la ciudadanía vive en el mundo real. Si los empleos se recuperan con la suficiente rapidez y la inflación se mantiene bajo control, los aranceles serán una medida agresiva pero efectiva. Pero si los precios se disparan y la creación de empleo se retrasa, la estrategia será muy contraproducente, y pasará una enorme factura.
Luis Nantón Díaz
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SIEMPRE APRENDIENDO

Ante todo gracias por tu visita.
Te presento un recopilatorio de los artículos que semanalmente se publican en el CANARIAS 7, y que con auténtica finalidad terapéutica, me permiten soltar algo de lastre y compartir. En cierta medida, de eso se trata al escribir, de un sano impulso por compartir.
La experiencia es fruto directo de las vivencias que has englobado en tu vida, y mientras más dinámico, proactivo y decidido sea tu carácter, mayor es el número de percances, fracasos, éxitos… Los que están siempre en un sofá, suelen equivocarse muy poco…
Y, posiblemente eso sea la experiencia, el superar, o al menos intentarlo, infinidad de inconvenientes y obstáculos, procurando aprender al máximo de cada una de esas vivencias, por eso escribo, y me repito lo de siempre aprendiendo, siempre.
Me encantan los libros, desvelar sus secretos, y sobre todo vivificarlos. Es un verdadero reto alquímico. En su día, la novela de William Goldman “La Princesa Prometida” me desveló una de las primeras señales que han guiado mi camino. La vida es tremendamente injusta, absolutamente tendente al caos, pero es una experiencia única y verdaderamente hermosa. En esa dicotomía puede encontrarse ese óctuple noble sendero que determina la frase de aquel viejo samurái: “No importa la victoria, sino la pureza de la acción”.
Como un moderno y modesto samurái me veo ahora, en este siglo XXI… siempre aprendiendo. Los hombres de empresa, los hombres que intentamos sacar adelante los proyectos de inversión, la creación de empleo, los crecimientos sostenibles, imprimimos cierto carácter guerrero a una cuestión que es mucho más que números. Si además, te obstinas en combinar el sentido común, con principios, voluntad de superación y responsabilidad, ya es un lujo.
Si también logramos inferir carácter, lealtad y sobre todo principios a la actividad económica, es que esa guerra merece la pena. Posiblemente sea un justo combate.
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