Lo que está sucediendo en España es realmente inaudito. Lo que está aconteciendo en nuestra nación, si es que alguna vez fue nuestra, y si es que todavía continuamos estructurando un país, es una denigrante vergüenza. Y ¡basta ya! de “chorradas” de que hay que ser pacientes y solidarios, porque una cosa es tener claro el bien común, y otra convertirse en un manso borrego, sin criterio, personalidad…ni nada.

Con la situación económica que estamos sufriendo, con la que se está larvando por la total inacción de los incapaces que tenemos al frente, es para que existiera un clima de crispación, de ebullición social, de exigencia de resultados y alternativas. Lo del robo institucionalizado de las eléctricas, con un incremento del suministro energético inaguantable, es para que las calles estuvieran hirviendo mientras llueven adoquines. Todo el mundo lo piensa, pero pocos lo dicen. ¿Alguien se imagina qué hubiera pasado si los integrantes del gobierno ahora estuvieran en la oposición? ¿Alguien se cuestiona qué ocurriría si en la oposición estuvieran PODEMOS/PSOE y los partidos de la NO/España que les apoyan? Inequívocamente ahora las calles estarían ardiendo, pocos contenedores estarían en su sitio, y las proclamas de todo tipo invadirían las redes, y hablo de veneno encapsulado, no de los divertidos memes que todos reenviamos, tan cáusticos, como sencillamente inútiles.

Es cuando te das cuenta de que, en su gran mayoría, lo que moviliza la izquierda con singular arrojo y fiereza, son verdaderas redes clientelares, diseñadas a base de subvenciones, pagas, e integración de acólitos diversos de ONG´s, asociaciones de todo tipo y color y puestos de confianza en las más variopintas corporaciones. Es la única forma de explicar por qué existe esta total tranquilidad, porque siquiera es “tensa tranquilidad”, pese a que este país se está derrumbando y estemos tirando el futuro a la basura.

Lo más esperpéntico es que, mientras los datos están ahí, mientras los desempleados se multiplican, mientras aumenta nuestra acuciante pérdida de competitividad, estamos inmersos en un verdadero circo mediático. Lo del triunfalismo de este gobierno, y sobre todo de su Sanchidad, es de vergüenza. Cuando uno escucha los delirios de esta tropa, es para medicarse. Las burradas que sueltan en sus publicitarias apariciones deben de referirse a otro país.

A este tipo solo le falta ponerse un chándal de colorines, para estar a la altura de un loco iletrado como el venezolano Maduro. Posiblemente eso sea lo malo, que cada jornada nos acercamos más a los medios, subterfugios, y resultados de nuestros hermanos venezolanos. Debo admitir que la palabra resiliencia me provoca risa, al igual que todo el argumentario del catecismo progre. Vale que los medios subvencionados hacen de caja de resonancia por muchísimas monedas de plata, pero es sencillamente infumable. Y por supuesto, ni la menor referencia al esfuerzo, al sacrificio, a la inversión, al trabajo, al ahorro, a apretarse el cinturón como estamos haciendo casi todos. 

 

Venden la idea de España como motor de la economía europea cuando realmente estamos en un oscuro agujero. Sin sonrojarse te reiteran que España es una exitosa referencia mundial de como se ha gestionado la pandemia, y de cómo se reorganiza un país, cuando tenemos las peores cifras del planeta, y nuestra voluntad y destino están secuestrados por unos visionarios incapaces, que no saben interpretar una curva.

Toda esta panda, y sus 17 replicas autónomas, incluyendo dos ciudades autónomas, varios cabildos y diputaciones y 8.125 ayuntamientos, se jactan permanentemente de históricos éxitos económicos, de alentadoras cifras de recuperación, de…un montón de mentiras. ¿Estamos ciegos? No estamos percibiendo en nuestros allegados, en las empresas, en las familias, lo que realmente está ocurriendo. ¿De qué está hablando el gobierno? Porque tendríamos que recordar que España fue el segundo país que más cayó de toda la OCDE en 2020 y que nuestro déficit fue el mayor de toda la Eurozona. Recordemos que sufrimos una de las mayores tasas de desempleo en Europa, donde 4 de cada 10 jóvenes, en incesante búsqueda de empleo, no encuentran una oportunidad profesional.

Cuando nos hemos hundido tanto, cualquier minoración en la caída se considera un avance, pero de ahí a estar lanzando coloridos cohetes en los medios, es que no hay recato. Y no perdamos de vista la inflación que se dispara hasta el 3,3% y posiblemente se duplique antes de cerrar el año. ¿En qué país se puede estar orgulloso de que el 25% de las empresas estén en situación de quiebra técnica y el 55% aún mantenga rentabilidad negativa tras 1 año y medio de pandemia, tal y como reporta el Banco de España?

¿Cómo pueden estar orgullosos de una destrucción sin precedentes del tejido empresarial, con más de cincuenta mil empresas menos que antes de la crisis y casi ochenta mil menos que hace 2 años? Veamos como referente la matriculación de automóviles, que se ha desplomado un 30% hasta ahora, con un sector que arrastra una caída superior al 10%. Aquí en Canarias seguimos esperando la recuperación, pero con los arbitrarios cambios de fase, y una errática estrategia, seguimos a la espera del maná, mientras los ampliados ERTES le dan un respiro a una sociedad agobiada.

En las empresas, se está percibiendo muy claramente el brutal incremento en los costes de transporte que todo el mundo está sufriendo. Esto conlleva que los plazos de entrega se incrementan, los depósitos de mercancías en destino disminuyen, y que suben los precios. Solo hay que visitar un supermercado y contrastarlo, y eso que todavía estamos con el “aperitivo” de la repercusión de la luz.  La repercusión en Canarias, con nuestra dependencia del transporte marítimo está siendo exponencial, pero, ¿alguien ha visto algo en los medios? Todavía estamos respirando económicamente porque el Banco Central Europeo, por cuestiones políticas, está adquiriendo el 100 % de nuestra deuda, y porque las normas de adecuación presupuestaria se han relajado. Pero esta situación es transitoria y quedan muy pocos meses de “flexibilidad”. El tiempo se acaba, y mientras estamos afectados de una terrible ceguera, el tiempo juega en nuestra contra.