Vientres de alquiler, aborto, eutanasia, pena de muerte, prostitución, entregar libertad a cambio de una vana seguridad. Cada tiempo y cada sociedad determinan sus tabúes, asuntos que no aparecen en la agenda de políticas públicas y de las cuales los electores no escucharán a ningún líder. Todas las manifestaciones, todas las corrientes de opinión, son milimétricamente evaluadas y el debate queda limitado y sus muros, son los que están definidos por la ventana de Overton. Joseph Overton fue un sociólogo estadounidense que murió con 43 años cuando se estrelló en el año 2003 a bordo de un ultraligero que él mismo pilotaba. Diseñó una herramienta, que, sin saberlo, determina los máximos y mínimos de una corrección política, que poco o nada tiene que ver con lo justo, con lo elevado, con lo virtuoso.

La política moderna utiliza los mismos procedimientos que una multinacional para vender sus productos, para crear marca, para generar consumo. Los partidos políticos no defienden ideas, sino que venden imágenes de atracción o rechazo, para generar unos acólitos cada día más desencantados, uniformes y lineales. Los programas políticos entendidos como una visión del mundo y su coyuntura, aunque a cualquier folleto llaman ahora programa, tienen mínimas diferencias. Los políticos y sus innumerables asesores utilizan las mismas técnicas que los expertos en publicidad y marketing. Juegan con los sentimientos, no con datos contrastables, conocen bien y se aplican, para orientar nuestra forma de pensar, nuestro consumo, nuestras creencias y nuestras inclinaciones políticas.

La ventana de Overton nos ayuda a comprender las estrategias de ingeniería social que los grandes grupos de poder utilizan desde hace unas décadas, para transformar la sociedad. Creo que somos muchos los que nos estamos preguntando, día sí y día no, como impera una pasividad tan absoluta en la sociedad, ante el crítico empeoramiento de las condiciones de vida. Nuestra sociedad del bienestar ha sido dinamitada, y estamos disfrutando los últimos resquicios, siendo subsidiados por otros, que nos prefieren sumisos y absolutamente dependientes.

Overton defendía que existen diferentes fases, donde se va desplazando la dinámica ventana que lleva su nombre. Un axioma es aprovechar las crisis de todo tipo para girar las ideas centrales de una sociedad, de una nación, y, sobre todo, limitar las libertades individuales. Por ejemplo, con el atentado de las Torres Gemelas del 11 de septiembre de 2001 aprovecharon para intensificar las medidas de seguridad y control sobre la sociedad. No tienen que ser acciones tan específicas. Con la aberrante crisis climática, mientras más inconsistente en su base, más abrumadoramente reiterada. Esto les permite a gobiernos y entidades supranacionales adoptar medidas paternalistas y confiscatorias, que desarman la independencia energética de unas naciones, para potenciar la fortaleza y autonomía de otras. No es solo economía, es poder.

La insistencia es otra de las herramientas de los impulsores de cambios sociales, que muchísimas veces ni son naturales, ni espontáneos, ni positivos. Para esa insistencia debes tener en tu puño a una gran cantidad de medios de comunicación para bombardear a la opinión pública permanentemente. En España, los medios subvencionados ofrecen una imagen de un país cohesionado, moderno y que lidera la recuperación mundial. Somos un país respetado, con una economía en fuerte expansión y, lo siento, es que me da risa, por no llorar, el repetir las mismas sandeces con las que constantemente nos desprecian. Gracias a la insistencia de unos medios que comen de la mano de sus amos, y de su Sanchidad, que vende su alma al diablo, por media hora más en el poder, el feminismo más radical ha cambiado a nuestra sociedad. La ha descompuesto, generando unas contradicciones enfermizas, unos enfrentamientos gratuitos y perversos y una enorme falla entre españoles, que antes no existía. Pero sin la interesada perseverancia de los medios, no es posible desplazar la ventana, y eso requiere machacar permanente e incansablemente. 

Acudamos a las cifras del año pasado sin dramatismos: 705 personas fallecieron en accidentes de trabajo en España, 3.941  personas se suicidaron, 1.370 perdieron la vida en las carreteras ese mismo año 2021 y fallecieron 43 mujeres a manos de sus parejas. Sin embargo, nunca abren los informativos ni los suicidios, ni las muertes por accidente laboral y las muertes por accidentes de tráfico se comentan únicamente al inicio o final de los movimientos vacacionales. Todos los informativos abren con la misma noticia cuando se produce una desgraciada muerte de una mujer a manos de su pareja creando la sensación ficticia de que España un país inseguro para las mujeres,  lo que fuerza a la opinión pública a replantearse sus ideas. Es importante reseñar que la muerte por violencia de género tiene las mismas características que la muerte por accidente laboral o el suicidio, las tres responden normalmente a una situación de precariedad económica, de clara presión social. 

Y no olvidemos que estamos hablando de un país con más de 40 millones de habitantes. Todos estos números son dramáticos, pero también estamos en la obligación de ponderarlos, para darnos cuenta de cómo juegan con nosotros. El fenómeno de la insistencia tiene una clara ventaja, convence a los individuos de que quedarán solos si no comulgan con lo que se repite una y otra vez en los medios. Seguro que tal vez experimente usted esto mismo en sus carnes cuando le resulta ya imposible hacer afirmaciones en público que contradigan la narrativa oficial.

El desarrollo de Overton es el paradigma de manipulación social para legalizar, para aceptar socialmente, lo que antes hubiera sido imposible. Otro complejo ejemplo, es el delicado tema del aborto. En un principio la opinión pública encuentra impensable algo. El derecho a la vida es prioritario, indiscutible, y asumido por todos. Progresivamente se van exponiendo diversas casuísticas que relativizan las convicciones, casos de violación, problemas en el feto, estar en peligro la vida de la madre. Paralelamente los medios de comunicación mostrarán reportajes de todo tipo y las limitaciones empiezan a disolverse, a desintegrarse. No es fruto de unas profundas reflexiones, sino de la generación de corrientes de opinión, que en muchas ocasiones son estimuladas artificialmente. A final asumimos posicionamientos como el de mi amiga, que considera el aborto como un derecho sagrado, el feto una parte de su cuerpo que se puede extirpar fácilmente como la vesícula o una muela. También sé que mi amiga no quiere ser madre para no perpetuar la dominación del heteropatriarcado sobre ella, y, por supuesto, que el amor es un constructo del capitalismo salvaje para someterla.

Los que peinamos canas podemos comparar, y debemos reconocer que cuestiones que hace unos años nos hubieran quitado el apetito, o hubieran motivado profundas disquisiciones, ahora las asumimos tranquilamente por mera costumbre, o para no encontrarnos aislados. Tenemos una indisimulada disposición a estar integrados en la mayoría del momento. Es bastante común intentar mimetizarnos con nuestro grupo: nuestros vecinos, compañeros de trabajo, amigos, etc. Nos han grabado a fuego que salirse del consenso social se castiga con el desprecio, la burla y la soledad. 

Luis Nantón Díaz