Hay gente que sufre un permanente dolor de cuello de tanto girar la vista hacia otro lado. Aunque sinceramente ya no sé a dónde se puede mirar. Menos mal que nuestro gobierno central, ahora que tan de moda están los pasaportes, cédulas de subordinación y acreditaciones de buen ciudadano, está preparando un pasaporte mediático con la inusitada figura de los “comunicantes fiables”, sicarios que con la independencia y honestidad que caracteriza todo lo que toca esta gente, determinarán lo que es verdad, y lo que es mentira. Yo ya se lo anticipo, todo lo que no sea aplaudirles, o estar mansamente calladitos, es sencillamente falso, erróneo y posiblemente maligno.

El IPC publicado este miércoles por el Instituto Nacional de Estadística (INE) determina que la inflación interanual se situó al cierre de noviembre en el 5,5 %, una décima por encima de la registrada en octubre, con el encarecimiento de la alimentación como nota destacada. Menos mal que su Sanchidad nos prometió que al finalizar el ejercicio, habríamos pagado de luz lo mismo que en el 2018. Hoy con el megavatio un 516% más caro que hace un año. Pero todo esto no le preocupa a nadie, dado el éxito de la huelga de juguetes, para poder continuar la lucha victoriosa frente al fascismo, los machirulos, el heteropatriarcado y el sexo de los ángeles. Que esto sí que le inquieta a la gente en la calle.

No les basta con el voluntario sometimiento del personal, ya sin valientes Tribunos que se alcen para defender el bien común. Incluso pretenden silenciar a los pocos medios y sus profesionales, que les incomodan con sus preguntas. Una auténtica vergüenza ver a los de ERC, Unidas Podemos, Bildu, Más País, Compromís y la CUP exigiendo a la presidencia del Parlamento que retire acreditaciones a periodistas que les incomodan. Mira que generalmente no responden a las preguntas, y no será por las estratosféricas retribuciones que les regalan, ¡es que ya no quieren ni escucharlas! Todos ellos, gente de linaje abierto y solidario de toda la vida. Mira esta misma semana, a la señora ministra, amenazando micrófono en ristre,  con todo tipo de huelgas, disturbios y quema de las calles, en cuanto no estén mandando ellos, y se acaben los langostinos para tanto sindicato servil (56% de aumento en las subvenciones), y chiringuito “pa los míos”.

Cada día que pasa nos sumergimos en una situación más cochambrosa. Las obsesiones de nuestros mandamases son cada día más delirantes, en proporción al abatimiento que se puede mascar en una sociedad cada día más cansada. Últimamente 2 acontecimientos han vapuleado el sentido de la ciudadanía: el acoso al menor y su familia en Canet de Mar y lo que revela la resolución judicial que impide la salida de prisión de Juana Rivas por grave riesgo para uno de sus hijos.

El cobarde y brutal acoso a un menor y a su familia deja al desnudo la realidad de la Cataluña amedrentada por los golpistas, donde nadie mueve ficha por puro miedo al histérico más cercano. En Cataluña sufren una sociedad fanatizada e intolerante capaz de desatar una campaña de acoso contra un menor de cinco años y su familia por el hecho de que una sentencia les garantiza recibir un 25% de la enseñanza en español. No cabe disculpa, ni argumento, ni justificación. Pero mientras, el siempre dinámico Defensor del Pueblo dice que no percibe nada extraño, o que todavía no le ha llegado la información.

Resulta paradójico, rodeados de tanta basura, ver a un catedrático de no sé qué ilustre universidad catalana, brindándose voluntario para apedrear la casa de estos paisanos, que solo piden su derecho constitucional a recibir una parte del programa lectivo en el lenguaje común que disfrutamos todos los españoles. El acoso de todos esos padres y vecinos de Canet de Mar a un menor de cinco años y a su familia -da igual por qué- pone de manifiesto el grado de intolerancia, de ceguera, de odio y de crueldad al que ha llegado esa sociedad completamente ida. Además, ese aislamiento creciente de la juventud, gracias a décadas de abotargamiento cultural,  vuelve a las personas más puritanas, más histéricas, más neuróticas, más dispuestas a sustituir lo real por lo virtual para tranquilizar su espíritu enfermo, para que nadie ni nada perturbe su ensueño dogmático. Por eso, patéticamente, es en los recintos universitarios donde con más violencia la izquierda persigue a todo aquel que difiere, por poco que sea, con la dictadura de su corrección política. Lo que más me perturba es su insustancial y casposa superioridad moral.

Con lo de Juana Rivas te das cuenta de que es una persona que, siendo generosos, ha sido manipulada de una forma increíble. Se descubre hace unos días, con enorme estupefacción, que uno de sus hijos menores, mientras estaba a su cargo, sufrió abusos. Hemos sabido que fue el colegio al que acudía el niño el que tomó la iniciativa para averiguar lo que le estaba ocurriendo al menor, el que le llevó al médico, el que instó su exploración y el que advirtió a la madre de la gravedad de los hechos. Pese a que las evidencias forenses son demoledoras, la inquisición feminista había determinado que Juana Rivas era inocente y ha conseguido un indulto verdaderamente escandaloso. No olvidemos de que fue condenada, con todas las garantías procesales, por los reiterados secuestros de sus hijos, todo ello combinado con denuncias falsas y todo tipo de argucias, para que su ex no pudiera tener contacto con los hijos fruto de su extinta relación. Parece ser que el gobierno, con su todopoderoso ministerio de igualdad, conocía los hechos y dio las oportunas instrucciones a la fiscalía. Si alguien me da pena, es el profesional, el juez que tomándose muy en serio sus obligaciones, está siendo víctima ahora de un auténtico acoso de la inquisición progre.

No tienen medida. No guardan ni las formas. Ahora una mujer podrá ser acreditada por la Administración autonómica como víctima de violencia de género sin la obligación de presentar una denuncia o a pesar de que su caso haya sido archivado, sobreseído o incluso cuando exista una sentencia absolutoria de un juez. Un acuerdo político, suscrito también por los sumisos del PP, propicia que a partir de este instante sean las administraciones autonómicas las que se vayan a encargar de acreditar a las víctimas de la violencia machista. ¿Para qué los tribunales?; que muchas veces imparten justicia…

Con esa consideración habilitante de víctima, que tiene consecuencias administrativas y no judiciales, las mujeres que sean reconocidas como tal tendrán capacidad para acceder a toda la red de asistencia social en torno a la violencia de género y ser beneficiarias de las ayudas sociales. 

La negación de lo real es algo propio de una sociedad infantil. Esto ha sido común a todas las épocas, pero en la nuestra adquiere especial fuerza porque lo real está siendo reemplazado por lo virtual, algo que es cada vez más evidente entre los jóvenes, a quienes los medios de comunicación y la realidad paralela de la Red convierten en perpetuos niños pequeños. Abandonemos las innumerables y pequeñas torres de marfil, donde el delirio y el narcisismo se han enquistado hasta el alma.

Luis Nantón Díaz