Singapur. Para nada, para nada…..
Tuve la fortuna de asistir al último encuentro organizado por Diálogos por el Desarrollo, que reunió a multitud de empresarios y directivos, en relación a “Desafíos e incertidumbres de la economía canaria”. Desde aquí reitero mis felicitaciones a la organización, y a sus promotores, no solo por la oportunidad y calidad del evento, sino sobre todo por la inteligente selección de los dos ponentes. Los destacados economistas Juan Ramon Rallo y Jose Maria O´Kean, escenifican dos versiones contrapuestas del desarrollo económico, pero ambos, educados, extremadamente preparados y sobre todo con muchas tablas, establecieron un debate tan interesante como amigable.
A mi modesto entender el catedrático Jose Maria O´Kean supero, en esta ocasión,  a su contertulio.  O´Kean es catedrático de Economía Aplicada y profesor en la Universidad Pablo de Olavide de Sevilla y la IE Business School. Su medido dominio de la exposición, fruto de la ventaja de más años cumplidos, le beneficio por su meridiana cercanía. Su mesura y bonhomía resultaban brillantes, si no fuera por una excesiva e histórica proximidad a las comodidades de la alta administración. Como brillantemente recordó, generalmente las cosas se alteran muy lentamente, porque son muchos los que están apoltronados, y no les agradan los cambios.
Rallo es doctor en Economía y licenciado en Derecho, escritor, docente y fundador y director del Instituto Juan de Mariana. Pero Juan Ramon Rallo, quien posiblemente se paso varios pueblos con un polémico 5% de asignación del PIB, como presupuesto máximo para la administración pública, se gano a la sala con la valiente defensa de dos medidas para Canarias. Por un lado, acabar con la maraña legislativa existente en España, pero sobre todo en Canarias, con el solapamiento de la normativa legislativa de tres administraciones. Un inexplicable entramado que imposibilita el crecimiento económico de nuestra comunidad, y que cercena el derecho de inversores, trabajadores y consumidores. Parece que los únicos beneficiados, son una clase política desconectada de la realidad y una estructura administrativa que todo lo fagocita, y que solo atiende a los requerimientos de los partidos políticos. La segunda medida es una bajada de impuestos, que sería compensada por el directo aumento del consumo y la inversión. En este último apartado, soy de los que no me preocupa pagar impuestos, si estos son recursos que van a ser optimizados, y están íntegramente al servicio de la sociedad. Pagar impuestos es algo inteligentemente necesario, y tiene un elevado coeficiente de retorno, pero lo malo es cuando los recursos no son gestionados por personas preparadas y con experiencia en la gestión. Cada día me resulta más penosamente llamativo el ver a individuos a los que no responsabilizaría ni de la gestión de un estanco, jugando con presupuestos millonarios, y el destino de ingentes recursos de todo tipo.
El objetivo final de Juan Ramon Rallo, y estoy seguro de que esta honradamente convencido de ello, es transformar a Canarias es un paradigma de la nueva economía: Singapur. Esta estrella asiática tiene en su haber un crecimiento económico insuperable, con una espectacular multiplicación exponencial de su renta per cápita en solo 25 años, pero ¡para nada quiero vivir en Singapur!. No es que no tengan la playa de las canteras, ni nuestra clima, ni las excelencias de nuestra gastronomía……es que no quiero vivir en un paraíso fiscal para las multinacionales del petróleo, no quiero vivir en un cuchitril de 25 metros cuadrados, y convertir a nuestra comunidad en un gigantesco casino. Soy consciente de que peco de excesivo sincretismo, pero me acuerdo cuando visite Las Vegas, la “useña” capital del juego, y observaba con tristeza a empleados con más de setenta años, en las mesas de juego, o en las recepciones de lujosos hoteles,  y que se veían obligados a trabajar, por tener una menguada pensión que no les permite una digna jubilación.
Ambos economistas coincidieron, como es lógico que Canarias necesita simplificar las normativas y bajar los impuestos para ser una plataforma tricontinental, pero eso es bien diferente de este exceso del liberalismo que es Singapur.
El liberalismo ha sido el hacedor miserable de la globalización, y la globalización es el sistema para matar pueblos. La globalización tiende al etnocidio, diluyendo el bagaje de cada una de las culturas, en una única vía hacia consumidores homogéneos. Y esto ha generado dos peligrosos fenómenos cuya responsabilidad descansa únicamente en el liberalismo: de un lado la deslocalización empresarial, irremisible traslado de las plantas de manufacturas a los países en donde el precio de la mano de obra es más barato… que no pueden ser sino países “socialistas”, como China en una curiosa colusión de intereses que atenta contra los trabajadores del Primer Mundo (que ven inevitablemente contraído el mercado de trabajo en sus países) y del Tercer Mundo (que ven cómo la riqueza para sus élites económicas se ejecuta a costa de salarios de hambre y trabajo semi-esclavo). El liberalismo beneficia fundamentalmente a las grandes corporaciones, y en un país como España donde la mayor parte de la riqueza se genera por micro-pymes y autónomos, convierte a los generadores en victimas.
Otro fenómeno de la globalización liberal, que supone un directo atentado no sólo contra los pueblos sino también , y sobre todo, contra la historia: el facilitar el desplazamiento de millones y millones de personas hacia Europa para abaratar el coste de la mano de obra. Todo ello, bien adornado con tintes de solidaridad y ayuda a los más desfavorecidos. En las últimas dos décadas nuestros políticos han generado un modelo económico liberal basado en salarios bajos, inmigración masiva, crédito fácil y beneficios rápidos para los inversores con un sector hipertrófico de la construcción. Ahora estamos intentando superar este disparate, pero tenemos deuda externa para varias generaciones……
«El liberalismo, es mas elección y mejores precios para el consumidor». Absolutamente falso. Según el mismo dogma acuñado por los seguidores de esta corriente, el liberalismo solo funciona si existe una competencia suficiente por el lado de la oferta. Sin embargo, la contrastada realidad demuestra que el capitalismo liberal tiende hacia la concentración y la formación de monopolios que eliminan toda competencia, reduciendo la elección del consumidor y alterando los precios y la calidad de productos y servicios.
Resulta llamativo, por no decir escandaloso, que las 225 personas más ricas del mundo acumulen un patrimonio global de 1000 billones de dólares, equivalente al ingreso anual de los 3 mil millones de personas más pobres del planeta, es decir cerca del 48% de la población mundial. La fortuna adicionada de las 84 personas más ricas sobrepasa el producto interior bruto de China con sus 1,3 mil millones de habitantes. Hace poco más de 10 años el 20% de la población mundial acaparaba el 80% de las riquezas, poseyendo más de 80% de los coches en circulación y consumiendo el 60% de la energía, mientras que mil millones de los habitantes más pobres comparten el 1% de los ingresos mundiales. No sé si tenemos brotes verdes, pero dudo muchísimo que estas tendencias hayan mejorado, salvo para unos pocos.
Por favor, dejen a SINGAPUR y sus excelencias, bien  lejos de Canarias.