Llevamos más de dos años con la mayor y más exitosa operación psico-social de manipulación de masas. Su incuestionable éxito no tiene precedentes. Han logrado que lo absurdo e ilegal, fuera visto por la población, como incuestionable verdad científica, y como pilar del imperio de la ley. Todo ello gracias a políticos de bajo nivel y unos medios carentes de profesionalidad, o de escrúpulos.

Menuda se ha organizado en twitter. Debo reconocer ante todo que no tengo mucha idea de que va este señor, me refiero a Elon Musk. Como todos sé dos cosas, que es el propietario de TESLA y que, al parecer, es el hombre más rico del mundo. Directamente se presenta como cofundador y director de Tesla, SpaceX, Neuralink y The Boring Company. Como artífice de Tesla, Elon supervisa el diseño, la ingeniería y la fabricación a nivel mundial de todos los vehículos eléctricos, productos de batería y productos de energía solar de la empresa.

En estos días está en todos los disparaderos, desde que decidió adquirir una participación del 9,2% del gigante mediático Twitter. Ahora ha ofrecido comprar toda la compañía por un precio de 43.000 millones de dólares, mediante una espectacular prima sobre su actual cotización. El consejo de administración de Twitter se resiste, fundamentalmente por la oposición del principal accionista, el príncipe saudí Al Walid bin Talal bin Abdulaziz Al Saud y cuatro gerifaltes más, aupados incondicionalmente por los jerarcas de la agenda 2030.  Lo cierto es que la progresía, la izquierda caviar, se ha puesto muy nerviosa y han empezado a soltar todo tipo de invectivas, cada día más psicodélicas y divertidas. Están tan acostumbrados a su dominio y abuso del mundo de la “información” y los “medios” que ya ni se molestan en verter venenosas soflamas que tengan un aspecto coherente.

Parece ser que la principal motivación de Elon Musk para adquirir al gigante de las redes sociales es la libertad de expresión. Sí, como lo oyen, y también parece ser que puede permitirse el carísimo “capricho”. Su intento de adquisición de Twitter ha revelado lo aterrorizadas que están las élites globalizadoras por perder una parte de su permanente tenaza de la opinión única, sin disidencias, sin espacios alternativos.

Así lo explica, sin ambages: «Twitter se ha convertido en una especie de plaza de la ciudad de facto», dijo Musk. «Así que es muy importante que las personas tengan tanto la realidad como la percepción de que son capaces de hablar libremente… por lo que no hay ningún tipo de manipulación entre bastidores, ni algorítmica ni manualmente». También apuntaba en la misma presentación: «Mi fuerte sentido intuitivo es que tener una plataforma pública de máxima confianza y ampliamente inclusiva es extremadamente importante para el futuro de la civilización», para terminar con: «No me importa en absoluto la economía. Estoy absolutamente obsesionado con la verdad».

En twitter, como en la mayoría de las redes sociales puedes escribir casi sobre lo que quieras. Hay hueco para “satanistas del séptimo adviento”, para que casi cualquier grupo integrista musulmán pueda proclamar la sharía, para denostar los valores tradicionales europeos, para las consideraciones y prácticas sexuales más singulares…lo que quieras. Pero no se te ocurra disentir con el pensamiento único. No se te ocurra expresar, y tener notoriedad, frente a las irresponsables políticas inmigratorias, bajo ningún concepto puedes criticar la religión del cambio climático o los pilares de la agenda 2030. Me refiero a hacerlo con notoriedad. Los “batatas” como yo, sencillamente no molestamos a nadie, salvo a mi vecino del quinto, que estoy percibiendo que me odia. Estos tipos han eliminado perfiles, hasta de un presidente de los EE. UU. Los comunistas soviéticos, los del gulag, o los admirados chinos con su dictadura empresarial, son más directos, pero aquí se apuesta, sin límites, por tu eliminación social. Ya te meterás el tiro tú solito.

En medio de toda la furia desencadenada, constatamos que la censura se ha convertido en un eje fundamental de la ideología de la élite liberal. A los políticos, pensadores y comentaristas se les ha metido en la cabeza que la amenaza a la democracia no proviene de la censura, sino de un exceso de libertad de expresión, y que los gobernantes, las grandes empresas tecnológicas y los medios de comunicación corporativos deben poner de su parte para censurar y proteger su particular idea de civilización.

Parece que no se dan cuenta, o no les preocupa, que estas prácticas totalitarias son exactamente lo contrario de lo que solían manifestar los demócratas de toda la vida. Utilizan eufemismos como «moderación de contenidos» y «lucha contra la desinformación» para justificar el silenciamiento de sus oponentes políticos o culturales. No olvidemos su torticero gusto por las agencias de verificación, donde sicarios extremadamente bien pagados, determinan que es verdad, que es correcto…o no.

Nate Silver, el fundador y editor jefe de Five Thirty Eight, que no es un conservador, se ha burlado del teatral enojo de la izquierda por la posible compra de Twitter por parte de Elon Musk. Nos recuerda que, si escribes en Bloomberg o en el Washington Post, debes ahorrarte tu indignación porque los magnates controlan el discurso. Es conocido que ambos medios son propiedad de los multimillonarios Michael Bloomberg y Jeff Bezos, respectivamente. Muchos como Max Boot del Washington Post aseveran que “para que la democracia sobreviva, necesitamos más moderación de contenidos, no menos». En unas líneas aún más radicales, Robert Reich, veterano de las administraciones de Clinton y Obama, argumentó esencialmente que la compra de Twitter por parte de Musk nos pondría en una vía rápida hacia el fascismo; que la visión de Musk de una Internet «descontrolada» era «el sueño de todo dictador, hombre fuerte, demagogo y especulador moderno». La absoluta carencia de conciencia de algunas plumas progresistas en esta cuestión es realmente cómica.

La idea de que la libertad de expresión esta reñida con la democracia es una depravación, ambas van de la mano. La principal amenaza para la democracia hoy en día no proviene de quienes luchan por la libertad de expresión, sino de quienes intentan institucionalizar la censura. Durante estos dos últimos años, los de siempre, han aprovechado y fomentado el terror para multiplicar la censura.  La «moderación de contenidos» sólo significa que las grandes empresas tecnológicas imponen sus arbitrarios criterios de auténticos iluminados.

 

Posiblemente Elon Musk no va a preservar la libertad de expresión en Internet, por muy poderoso que sea. Incluso si sus intenciones son realmente buenas, que no tengo ni idea, la escala del problema va más allá de una plataforma. Y la libertad de expresión  es demasiado importante para depender de la generosidad de unos pocos. Su valiente estrategia para reorientar Twitter nos ha revelado la importancia de la censura para las élites obsesionadas por el pensamiento único. Las alarmas están sonando. Peligro: libertad de expresión.

Luis Nantón Díaz