La Comisión Europea inicia el nuevo año continuando sus obsesivas políticas para exprimir, castigar y eliminar al sector primario europeo. Para la presidenta Brújula von der Leyen, menoscabar nuestra agricultura, ganadería y sector pesquero es objetivo prioritario. Al parecer está convencida, por tanto grupo de presión, de que la ingesta de baterías de litio y placas solares es mejor que la equilibrada dieta mediterránea.
Tras 25 años de interminables negociaciones, este engendro burocrático de la Unión Europea ha sellado el Acuerdo de Asociación con los países de Mercosur. Estamos refiriéndonos a la mayor zona de libre comercio del mundo, estratégica zona comercial que necesita el bloque comunitario para intentar competir con Estados Unidos y China.
El pillaje, el botín, los tributos y el crédito han sido siempre acciones económicas usadas para mantener una supremacía. Emmanuel de Waresquiel escribió en su Fouché (2014) que Napoleón financiaba sus guerras con el pillaje y los ingleses las suyas con endeudamiento. Ahora los globalistas usan ambos sistemas. Por eso cuesta creer a la funesta von der Leyen cuando nos regala “Este acuerdo es una victoria para Europa”, añadiendo que este tratado funcionará “para las personas y las empresas”. “Más empleos. Más opciones. Prosperidad compartida”. Ya veremos…
El “histórico” acuerdo redefinirá el comercio global y creará un mercado entre la UE e Hispanoamérica de más de 780 millones de personas, potenciando la eliminación progresiva de los aranceles en diversos sectores. El lado negativo es que se propicia la entrada de importaciones a bajo coste como carnes, aves de corral y otros productos agroalimentarios que no cumplen las exigencias fitosanitarias, medioambientales y de bienestar animal de obligado cumplimiento para los productores comunitarios. Hasta el momento, la globalización solo beneficia a los grandes consorcios y castiga a los pequeños productores. Pequeños productores que en el caso español suponen la mayor parte del sector.
Por eso, es comprensible que en el último año la deuda pública se haya incrementado en 58.000 millones de euros, lo que representa un repunte del 3,6%. Respecto al trimestre anterior, la deuda se ha incrementado en términos absolutos en 10.053 millones de euros, lo que supone un repunte del 0,6%, hasta alcanzar el récord histórico de 1,636 billones de euros. No sé si los beneficios que “apuntan” los burócratas de Bruselas, como una reducción de 4.000 millones de euros en aranceles y un incremento del 40% en las exportaciones españolas en sectores como maquinaria, automoción, productos químicos, farmacéuticos, textiles, aceite y vino, supondrá suficiente compensación.
Ampliando la información sobre nuestro país, cerca de diez mil compañías españolas mantienen relaciones comerciales con estos países, y el 90% son pymes. El Ministerio de Asuntos Exteriores cifra en un 37% el aumento de las exportaciones a esta región del mundo. La otra cara de las negociaciones la muestra el sector primario europeo, de una importancia que no debemos, no podemos olvidar, que no puede competir con estos países que gozan de marcos y estructuras más flexibles. No albergo duda alguna que para este 2025 las ‘tractoradas’ volverán a bloquear varias de las grandes capitales europeas, entre ellas Madrid, Roma o París.
Mientras los países del entorno de MERCOSUR mejoran su competitividad, en nuestra nación los costes laborales se han incrementado un 20% desde el tercer trimestre de 2019, mientras que los de los bienes intermedios, productos energéticos y bienes de equipo y de consumo se dispararon un 35%. La subida de costes asfixia a las empresas más pequeñas con una escalada del 28% lastrando su incierto futuro.
El escenario sigue plagado de incertidumbre tanto para las empresas, como para los hogares. El Banco de España reportaba hace unas semanas que los beneficios de las empresas españolas se estancaron entre enero y octubre con respecto al mismo periodo de 2023, en un contexto en el que la economía tiró con fuerza, aunque sea a golpe de gasto público. Por esta coyuntura, es decisivo no sacrificar la producción de alimentos en beneficio de otras actividades económicas, obviando el papel que juega tener garantizada la soberanía alimentaria y engañando con valores vinculados a una política verde que Bruselas dice defender y luego incumple sistemáticamente.
La trampa de MERCOSUR permitirá la entrada de importaciones a bajo coste. Esta situación injusta, desequilibrada e insostenible saturará el mercado europeo, minará la competitividad e impactará negativamente en las rentas agrarias abocando al cierre de más explotaciones en el futuro, sin olvidar que se parte de un escenario ya dañado por la inflación, la insuficiente rentabilidad y la absoluta carencia de estrategias gubernamentales para defender su porvenir.
Muy pocos en el Parlamento Europeo, entre ellos Jorge Buxadé, han mostrado su apoyo al sector primario y han denunciado el acuerdo, «se ha cerrado a oscuras y a la espalda de los europeos». «Constituye el riesgo de importaciones masivas de productos agrícolas procedentes de países que no cumplen con las rigurosas normas que se imponen a nuestros agricultores», ha manifestado claramente.
Desde diferentes movimientos sectoriales y sindicales se eleva el tono de los necesarios pronunciamientos. Por ejemplo desde COAG: «Reclamamos un cambio de rumbo en las políticas que atañen al sector agrario, con decisiones más proactivas en defensa de un sector que toca fondo, con ingresos que resultan insuficientes, con una pérdida de activos que resulta sangrante y con un relevo generacional que no es suficiente para mantener la actividad en nuestras explotaciones y en los núcleos rurales»
Lo dicho, nuestro sector primario representa mucho más que vectores económicos. Es dieta cercana y saludable, soberanía alimentaria y crecimiento y sostenibilidad de un sector verdaderamente crucial.
Luis Nantón Díaz
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SIEMPRE APRENDIENDO
Ante todo gracias por tu visita.
Te presento un recopilatorio de los artículos que semanalmente se publican en el CANARIAS 7, y que con auténtica finalidad terapéutica, me permiten soltar algo de lastre y compartir. En cierta medida, de eso se trata al escribir, de un sano impulso por compartir.
La experiencia es fruto directo de las vivencias que has englobado en tu vida, y mientras más dinámico, proactivo y decidido sea tu carácter, mayor es el número de percances, fracasos, éxitos… Los que están siempre en un sofá, suelen equivocarse muy poco…
Y, posiblemente eso sea la experiencia, el superar, o al menos intentarlo, infinidad de inconvenientes y obstáculos, procurando aprender al máximo de cada una de esas vivencias, por eso escribo, y me repito lo de siempre aprendiendo, siempre.
Me encantan los libros, desvelar sus secretos, y sobre todo vivificarlos. Es un verdadero reto alquímico. En su día, la novela de William Goldman “La Princesa Prometida” me desveló una de las primeras señales que han guiado mi camino. La vida es tremendamente injusta, absolutamente tendente al caos, pero es una experiencia única y verdaderamente hermosa. En esa dicotomía puede encontrarse ese óctuple noble sendero que determina la frase de aquel viejo samurái: “No importa la victoria, sino la pureza de la acción”.
Como un moderno y modesto samurái me veo ahora, en este siglo XXI… siempre aprendiendo. Los hombres de empresa, los hombres que intentamos sacar adelante los proyectos de inversión, la creación de empleo, los crecimientos sostenibles, imprimimos cierto carácter guerrero a una cuestión que es mucho más que números. Si además, te obstinas en combinar el sentido común, con principios, voluntad de superación y responsabilidad, ya es un lujo.
Si también logramos inferir carácter, lealtad y sobre todo principios a la actividad económica, es que esa guerra merece la pena. Posiblemente sea un justo combate.
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