La filosofía es la búsqueda de la verdad, y para decantar la verdad es necesaria la vía del conocimiento, al menos eso pensaba el hombre tradicional y por eso se supeditaba, por criterio doctrinal, por esta sumisión a la verdad y a los principios. Mientras que en el pasado la vida estaba inspirada por entero a un pensamiento que orientaba, ordenaba y daba sentido a todos los aspectos de su existencia, la del hombre globalizado se desarrolla con independencia de cualquier orientación, al margen de toda doctrina, ignorando incluso lo que esta palabra significa, careciendo de una pauta normativa que guíe su vida. El hombre moderno vive a su antojo, hace lo que le da la gana, sin embargo el hombre tradicional, vive como es debido y hace, no lo que le apetece o le place, sino lo que es correcto, lo que es justo y necesario.
La filosofía ha sido extirpada de nuestro sistema educativo, de nuestros valores y como guía de nuestras vidas.
A pocos gobernantes les interesa que el personal piense libremente. Posiblemente los últimos y vanos intentos de “restauración filosófica” fueron famosos textos, conocidos por muchos como, EL MUNDO DE SOFIA de Jostein Gaardner o el más comercial , MAS PLATON Y MENOS PROZAC de Lou Marinoff.
Con el texto de Gaardner, sombrío filólogo escandinavo, se nos presenta un interesante manual terapéutico, combinando los ingredientes de la vida, Dios y la naturaleza, un sutil cocktail para intentar vencer nuestros miedos y alcanzar la felicidad. Con Marinoff y su Prozac se nos presenta un texto más dinámico y divertido, sobre todo porque el autor es neoyorkino y tienen una vida más agitada, aunque finalmente el autor utiliza la filosofía y su milenario bagaje para que el lector intente ser feliz. Cito estos dos entretenidos remedos, para destacar que, desde hace siglos, la búsqueda del recto pensar y el camino del recto actuar están muertos y enterrados.
En todo caso el esquema de Marinoff tiene interés. El número de personas que viven en países ricos con la vida resuelta y que, sin embargo, tienen un sinfín de problemas en su vida personal y profesional que amargan constantemente su existencia cotidiana, es cada vez mayor. Qué lejos queda la filosofía, cuando siquiera concebimos lo mínimo….nos cuesta vivir la vida. Difícilmente se puede tener conciencia del entorno, de la felicidad, si no se tiene plena conciencia de uno mismo.
Hago referencia al Prozac y la eternidad, con impío recuerdo para una mujer que siempre me recordó a la Dama de Elche, pero en versión espacial. Las cenizas de Carrie Fisher, la princesa Leia de La Guerra de las Galaxias, ambas fueron enterradas en una urna con la forma de píldora de Prozac. Según explicó su apenado hermano, este antidepresivo era de consumo diario desde hacía décadas. Del cielo de toda la vida a una píldora de Prozac: escalofriante resumen de la Humanidad actual.
Lo cierto es que, en esas raras ocasiones en que se ven las cosas claramente, las personas actuamos con naturalidad, con sorprendente naturalidad. Hace un par de inviernos, en el norte de la península, un grupo de personas ofrecieron un magnífico ejemplo. Debido al mal tiempo, cientos de turistas quedaron atrapados durante una noche en una estación de esquí. El temporal les impidió bajar cuando lo tenían previsto, por lo que pasaron la noche viendo la tele, tomándose unas copas y con los niños pasándoselo bomba por aquella pequeña aventura. Pues bien, a los encargados de resolver la situación no se les ocurrió otra idea que enviar terapeutas para ayudar a los afectados a soportar, comprender, aceptar, sobrellevar, interiorizar, somatizar, superar y sublimar la tensión. La sorprendente y clarísima respuesta de muchos de los afectados fue: «¡Dejaos de psicólogos y suban tabaco!».
Se ha expulsado de las aulas a la Cultura, y con ella a los valores que han formado nuestra civilización, en ese indisimulado proceso de degradación intelectual y material de los europeos. Muchos vociferan que es más que necesario que, los valores que vertebran una sociedad digna, desaparezcan o se les contemple como sujetos de irrisión, cuando no de repulsa: la patria, la religión, la propiedad, el sacrificio propio, la moral, la familia… La presión es tanta que a veces mueve a la risa y si no admirémonos con el último sistema diseñado para combatir problemas psicológicos, que consiste en acurrucarse en postura fetal dentro de un envoltorio, como un gusano en su capullo de seda. Según explican los expertos, o eso pone en su carnet, una vez empaquetado hay que permanecer en silencio durante veinte minutos. En japonés lo llaman Otonamaki. En román paladino, hacer el capullo………
Hace 100 años que nació un escritor condenado, un español proscrito para todos. Hace un siglo que nació Rafael García Serrano, a quien recuerdo por su exaltado texto EUGENIO, escrito como él mismo comentaba, “mientras se moría a chorros”. Mientras esto pasaba, se nos presenta un verdadero canto a la vida, sin hueco para la desesperanza, y rodeado de tanta muerte. Como magistralmente expresa un amigo, Eugenio es dinamita nietzscheana: “El mundo mismo ha dado una vuelta gigantesca, y entre ruinas y dolores se ha sepultado un concepto de la vida muy noble y muy bello. Lleno de equivocaciones, yo no lo sé, y otros sí que lo saben; pero ha fenecido un aire de existir que nos enamoró en la época de los amores inolvidables”…..ni sabían que algún día existiría el Prozac, ni falta que les hacía. Pese a la desolación que les tocó, siempre un irreverente canto a la vida.
La felicidad es tan subjetiva, tan variable y tan efímera que si existe es como un breve soplo, un instante, un fulgor, un estremecimiento, un brevísimo segundo de plenitud y, por lo general, una memoria nada fiable de pasadas sensaciones .Por eso, uno de los síntomas de la debilidad terminal del sistema es la creciente necesidad de psicólogos que nos consuelen de nuestros problemas. Y lo más interesante del asunto es que la pobreza no tiene nada que ver con ello, pues son precisamente los países más desarrollados, los más depresivos. Por el contrario, los habitantes de los países de rentas exiguas, no se distinguen por padecer depresiones, sencillamente, no tienen tiempo para ello. Su principal problema es comer todos los días.
Luis Nantón
https://luisnanton.com/
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SIEMPRE APRENDIENDO
Ante todo gracias por tu visita.
Te presento un recopilatorio de los artículos que semanalmente se publican en el CANARIAS 7, y que con auténtica finalidad terapéutica, me permiten soltar algo de lastre y compartir. En cierta medida, de eso se trata al escribir, de un sano impulso por compartir.
La experiencia es fruto directo de las vivencias que has englobado en tu vida, y mientras más dinámico, proactivo y decidido sea tu carácter, mayor es el número de percances, fracasos, éxitos… Los que están siempre en un sofá, suelen equivocarse muy poco…
Y, posiblemente eso sea la experiencia, el superar, o al menos intentarlo, infinidad de inconvenientes y obstáculos, procurando aprender al máximo de cada una de esas vivencias, por eso escribo, y me repito lo de siempre aprendiendo, siempre.
Me encantan los libros, desvelar sus secretos, y sobre todo vivificarlos. Es un verdadero reto alquímico. En su día, la novela de William Goldman “La Princesa Prometida” me desveló una de las primeras señales que han guiado mi camino. La vida es tremendamente injusta, absolutamente tendente al caos, pero es una experiencia única y verdaderamente hermosa. En esa dicotomía puede encontrarse ese óctuple noble sendero que determina la frase de aquel viejo samurái: “No importa la victoria, sino la pureza de la acción”.
Como un moderno y modesto samurái me veo ahora, en este siglo XXI… siempre aprendiendo. Los hombres de empresa, los hombres que intentamos sacar adelante los proyectos de inversión, la creación de empleo, los crecimientos sostenibles, imprimimos cierto carácter guerrero a una cuestión que es mucho más que números. Si además, te obstinas en combinar el sentido común, con principios, voluntad de superación y responsabilidad, ya es un lujo.
Si también logramos inferir carácter, lealtad y sobre todo principios a la actividad económica, es que esa guerra merece la pena. Posiblemente sea un justo combate.
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