Se habla con frecuencia de la gestión de entidades deportivas, pero generalmente desde dos prismas que están lastrados por su importante desconexión, con las realidades y limitaciones que sufrimos la mayoría de los que estamos vinculados al sector.
Por un lado solemos visualizar, cuando pensamos en entidades deportivas, a las grandes organizaciones del deporte espectáculo, del deporte como entretenimiento de masas. Por supuesto que son entidades deportivas, sería absurdo negarlo, pero presupuestariamente también “juegan en otra liga”, y eso les permite contratar a magníficos equipos de gestión, al igual que disfrutar de una enorme capacidad de medios (aunque en múltiples ocasiones no muy bien aprovechados). Nada que ver con el deporte base, estructurado en los clubes y federaciones, que son los que generan, y realmente promocionan, a la mayoría de los deportistas en sus diferentes disciplinas.
Por otro lado, lo que debería ser algo absolutamente bidireccional tiene un solo rumbo. Generalmente utilizamos el ejemplo de grandes figuras del deporte como paradigmas de esfuerzo, lucha y superación. Estos son valores muy encomiables en la sociedad, y lógicamente, también en el mundo empresarial. Negocios y deporte se combinan entre sí de una manera intensa y frecuente, y los efectos son múltiples. No se trata del patrocinio empresarial del deporte profesional de alta competición, que cada vez adquiere mayor relevancia social. Aquí me refiero a los valores éticos que encarna el deporte, sus técnicas de entrenamiento, así como algunas experiencias exitosas en la modernización de las organizaciones deportivas. Estos se han convertido en destacada fuente de inspiración para muy diversos desarrollos al servicio de una gestión empresarial innovadora y con principios. Pero son muy exiguas las ocasiones, en que las técnicas de la gestión empresarial, y sus virtudes, se consideran extrapolables a la dinámica deportiva.
Hace unos años, en una conferencia organizada por el Foro Deporte y Sociedad, me sorprendí cuando el conferenciante indicó que la liga de futbol profesional española, suponía casi el 2% del P.I.B de nuestra nación. La facturación del deporte en el mundo es de más 425 mil millones de dólares, y de ese total, 200 mil millones corresponden a EE.UU. Es interesante recordar que las olimpiadas son el evento más visto en todo el mundo y el más relevante en términos de facturación; seguido por el mundial de fútbol, y la superbowl. Pero estamos hablando de gestión deportiva en España, estamos interesados en la forma de promocionar y sacar adelante uno de los cientos de clubes deportivos de Canarias……Y ahí es necesario tener conciencia de que estamos en esa otra Liga.
Cuando gestionas una entidad deportiva, determinadas incomprensiones suelen ser recurrentes. Cuando como profesional de la gestión, intentas estructurar funcionalmente una entidad, y optimizar sus recursos humanos y económicos, es bastante habitual que te recuerden que estas en una sociedad deportiva, y no en una empresa. Hay que invertir mucho tiempo, elocuencia y sobre todo la dinámica de los hechos, para convencer a tus interlocutores, de que todo es evaluable, y que el control y seguimiento, tiene como finalidad mejorar los resultados generales de la entidad.
Es fundamental para un gestor, consolidar una imagen y un posicionamiento de club deportivo de referencia. Esa es la mejor forma de luchar, y de aportar, por los intereses del Club, y de comprometerse con la función social y educativa del deporte. Un proyecto empresarial sólido y solvente que soporte los gastos asociados a la propia actividad deportiva de manera imaginativa, creativa, emprendedora e innovadora, añadiendo recursos económicos adicionales, fruto de la explotación de los activos, de las capacidades y del conocimiento del club, a las tradicionales ayudas al deporte y a los diferentes, y cada día, menores patrocinios.
Una cuestión fundamental es ser sensible y consciente, a las cambiantes y cada día más exigentes necesidades, de socios y aficionados, los cuales son el alma y motor de una entidad socio-deportiva. Hace unas décadas, un ciudadano de Las Palmas de Gran Canaria, era participe de la vida y actividades de una o dos entidades como mínimo. Esto le daba carácter y entidad, los colores le aportaban y en eso sustentaba su apoyo. Pero los tiempos han cambiado, ahora en España, se pierde anualmente una media de 4,2% de masa social, en cada una de esas entidades. Son infinidad los clubes y federaciones que han desaparecido, en consonancia con la crisis del modelo asociativo. Esto puede gustarnos o no, pero hay que aceptarlo y obligarnos a reinventarnos, porque lo importante y crucial es asegurar la viabilidad del proyecto deportivo y social. Para eso es indispensable gestionar, y gestionar mejor que nunca.
Las administraciones públicas están reduciendo de manera drástica las ayudas destinadas a clubes deportivos y al deporte en general, por lo tanto, el desarrollo de la vertiente empresarial de los clubes deportivos, como medio para soportar, en primer lugar, y rentabilizar, en su caso, la actividad o los activos de los mismos, se ha convertido en un objetivo estratégico para el conjunto de agentes que operan en el mundo del deporte. El otro día un gran profesional de la gestión deportiva comentaba” “La gestión empresarial del deporte es más necesaria que nunca. Estamos en el camino de la profesionalización del deporte y esto demanda una estructura que canalice el talento. No se trata solo de formar a los deportistas, sino de formar a los gerentes para crear clubes rentables económicamente”. Así es, y que nadie lo olvide.
Luis Nantón Diaz
luisnanton.com
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SIEMPRE APRENDIENDO
Ante todo gracias por tu visita.
Te presento un recopilatorio de los artículos que semanalmente se publican en el CANARIAS 7, y que con auténtica finalidad terapéutica, me permiten soltar algo de lastre y compartir. En cierta medida, de eso se trata al escribir, de un sano impulso por compartir.
La experiencia es fruto directo de las vivencias que has englobado en tu vida, y mientras más dinámico, proactivo y decidido sea tu carácter, mayor es el número de percances, fracasos, éxitos… Los que están siempre en un sofá, suelen equivocarse muy poco…
Y, posiblemente eso sea la experiencia, el superar, o al menos intentarlo, infinidad de inconvenientes y obstáculos, procurando aprender al máximo de cada una de esas vivencias, por eso escribo, y me repito lo de siempre aprendiendo, siempre.
Me encantan los libros, desvelar sus secretos, y sobre todo vivificarlos. Es un verdadero reto alquímico. En su día, la novela de William Goldman “La Princesa Prometida” me desveló una de las primeras señales que han guiado mi camino. La vida es tremendamente injusta, absolutamente tendente al caos, pero es una experiencia única y verdaderamente hermosa. En esa dicotomía puede encontrarse ese óctuple noble sendero que determina la frase de aquel viejo samurái: “No importa la victoria, sino la pureza de la acción”.
Como un moderno y modesto samurái me veo ahora, en este siglo XXI… siempre aprendiendo. Los hombres de empresa, los hombres que intentamos sacar adelante los proyectos de inversión, la creación de empleo, los crecimientos sostenibles, imprimimos cierto carácter guerrero a una cuestión que es mucho más que números. Si además, te obstinas en combinar el sentido común, con principios, voluntad de superación y responsabilidad, ya es un lujo.
Si también logramos inferir carácter, lealtad y sobre todo principios a la actividad económica, es que esa guerra merece la pena. Posiblemente sea un justo combate.
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