No es necesario explicar algunas etiquetas. En un mundo polarizado por los “relatos” las etiquetas resultan fundamentales. Si defiendes tus ideas, en el lado “inadecuado” eres un terrorista, si tu posicionamiento es coincidente con las posiciones dominantes, eres un libertador, un insurgente…un rebelde.  Cuando ves como la mayor parte de la prensa blanquea lo imblanqueable,  ponte a temblar. Cuando veas los móviles y “periodistas” de la CNN, es que el jaleo ha empezado ya. Y los que mueven el cotarro, suelen ser los mismos de siempre.

La prensa nos está “relatando” que un grupo de intrépidos rebeldes ha liberado Siria de la dictadura de Bashar Al-Asad. Para nada pretendo justificar el modelo de gobierno sirio, pero ni estos son “rebeldes”, ni estamos ante una “democratización” de la zona. El manual de las “primaveras árabes” diseñado por la sangrienta Hillary Clinton y sus sicarios reproduce nuevamente su aterrador esquema.

La mayoría emplea el apelativo de «rebeldes» como si fuera una película del Oeste. Ya hemos sufrido esta dinámica en Yugoslavia, en Afganistán, en medio mediterráneo, cada vez que los verdaderos señores de la guerra deciden “liberar” un país, y de paso, mejorar la cuenta de explotación. Muy pocos medios hablan de «islamistas» o «yihadistas» que es, en el fondo, lo que son. El grupo Hayat Tahrir al Sham, son extremistas yihadistas, pero en los medios occidentales son presentados sólo como “opositores”. El objetivo de este grupo es “convertir a Siria en un emirato islámico dirigido por Al-Qaeda”. La palabra “libertad” en este contexto está muy forzada dado que es un retroceso para diversas etnias, grupos religiosos y sobre todo para las mujeres.

La ofensiva islamista que ha fulminado el régimen de Damasco, promovida decididamente por Turquía, EE. UU. e Israel, ha acabado con más de medio siglo de régimen del partido Baaz en Siria. Esto, en principio, parece una jugada más del enfrentamiento entre bloques, un episodio de la Tercera Guerra Mundial de baja intensidad que nos atenaza de manera cada vez más dura, agresiva y feroz; una fase nueva en la intensificación de un conflicto global cuya condición empeora día a día. Las fichas ganaron velocidad, a partir de la locura iniciada por Hamas, y que está pagando Palestina.

El de la foto es Muhammad al-Julani, en un bonito cartel que hasta la fecha continúa utilizando EE.UU. Es el actual líder de facto en Siria al mando del HTS (antiguo Frente al Nusra de Al-Qaeda en Siria). Este buen señor tiene una orden de captura con recompensa de diez millones de dólares en EEUU por «terrorista global», con la acusación de que bajo su dirección se «»ejecutaron múltiples ataques terroristas en toda Siria, a menudo dirigidos contra civiles».» La propaganda occidental empieza a presentarlo ahora como un simpático señor, vestido de verde igual que Zelenski, sin turbante y dispuesto a dialogar. Incluso, y es para reírse, ha hablado de inclusión en algunas de sus últimas entrevistas.

El régimen sirio ha sido un desastre para Siria. Prueba de ello son los millones de emigrantes que han generado. Pero era un dique de contención, para la locura yihadista que se expande por la región. Lo mismo ocurrió en las primaveras árabes, se liaron a “democratizar” la zona, y la han transformado en un inquietante hervidero de fanáticos y desequilibrados. Por otro lado, con la desaparición del régimen sirio, el último reducto de la Cristiandad oriental, está más amenazado que nunca. Las tropas del ejército “rebelde”, son diferentes grupos, que históricamente han mantenido liderazgos y financiadores divergentes, pero a todos les encanta cortar cabezas. Los más experimentados los del antiguo Frente de al-Nusra, la marca blanca de al-Qaeda en Siria que degollaron en 2011-2015 a alauíes, cristianos, chiítas, drusos, suníes no observantes, sufíes y a todo lo que se encontraron en su camino. Muy posiblemente, en breve veremos los tesoros artísticos de los museos sirios saqueados y mal vendidos en medio mundo. 

Camuflados bajo el nuevo nombre de Hayat Tahrir al-Sham, los experimentados soldados salafistas del 2011, aquellos que Clinton lanzó sobre Siria, vuelven a la carga, esta vez rearmados e instruidos por turcos y ucranianos. Esta contrastada alianza resultó evidente por la presencia de unidades wahabíes chechenas y jorasaníes en el frente de Donbass y por la innegable pista ucraniana en el salvaje atentado del Crocus City Hall, en Moscú. 

Resulta extremadamente curioso que aunque el presidente turco Erdogan ostente la “gloria” de la eliminación del último Estado verdaderamente laico del mundo árabe, Israel es el gran vencedor de este conflicto ejecutado por intermediarios. Posiblemente el baasismo y el nasserismo fueron las únicas opciones reales de crear estructuras políticas modernas, laicas y viables en Oriente Próximo, y el tiempo está confirmando.

El líder turco le ha hecho un enorme favor a Netanyahu, algo que éste nunca le podrá agradecer. Nada más confirmarse la caída de Asad, los tanques israelíes entraron en Siria, casi hasta Damasco, y su aviación destruyó como prácticas de tiro casi toda la armada siria.  Erdogan podrá protestar mucho y gesticular más, pero es el hombre de Israel en el mundo islámico junto con el sultán de nuestro vecino Marruecos. Les animo a comprobar el crecimiento comercial entre Ankara y Tel Aviv en los últimos 20 años, que han crecido un 532%: de 890 millones de dólares en 2002, cuando Erdogan llegó al poder, a 861.400 millones de dólares en 2022, según fuentes turcas.

Me aterra lo que posiblemente va a transcurrir en los próximos años con la población siria, bajo un yugo yihadista. Tenemos demasiados ejemplos. Pero especialmente me preocupa la importante comunidad cristiana porque en el régimen baasista encontraron protección e igualdad completa ante la ley, y ahora lo van a pagar. Sólo aquellos que se refugien en las montañas costeras del antiguo Estado Alauí, que formaron los franceses en los años 20 del siglo pasado, tendrán alguna opción de sobrevivir físicamente y en condiciones de ciudadanía plena. En el resto de la Siria “rebelde” sólo les quedará la muerte o la esclavitud. Y todo ello sólo será posible en el caso de que Rusia no abandone sus bases militares.

Los globalistas que nos presionan con su agenda 2030, apadrinan el islamismo radical y la destrucción de Estados viables, para atender a una agenda geopolítica, que sinceramente no sé si ellos mismos entienden. Esquemas cada día más cortoplacistas, y alocadas estrategias de difícil corrección. No nos asombremos si por desencadenar estos vientos nos arrasan luego futuras tempestades.

El futuro de Siria, y de gran parte de oriente próximo entran en fase de incertidumbre con Bachar el Asad en Moscú y el ascenso de los “rebeldes”. Toca reajuste geopolítico e intercambio de poderes. Contexto espinoso con Israel operando sin tapujos en el área, EE.UU moviendo sus hilos, China pendiente y Rusia expectante.

Luis Nantón Díaz