Desde Modena, a Marco Emilio Lepido, en Narbona (43 A.C.)
Yo no soy un hombre sutil ni un adulador; y tu no eres ningún idiota.
Ante ti se despliegan tres caminos posibles: puedes marchar desde tu campamento para venir a ayudarme a destruir a Décimo y a los enemigos de Cesar, con lo que ganaras mi amistad eterna y la fuerza proveniente del afecto del pueblo; puedes permanecer despreocupado y neutral en la comodidad de tu campamento, por lo que ni yo te culpare ni el pueblo te odiará –aunque tampoco te amará-, o puedes acudir en auxilio del traidor Décimo y de su salvador, el falso hijo de nuestro líder, granjeándote mi enemistad y el eterno desprecio del pueblo.
Espero que tengas la sabiduría de escoger el primer camino, temo que tendrás la cautela de elegir el segundo, y te imploro, por tu propia seguridad, que no escojas el tercero.
Luis Nantón
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SIEMPRE APRENDIENDO
Ante todo gracias por tu visita.
Te presento un recopilatorio de los artículos que semanalmente se publican en el CANARIAS 7, y que con auténtica finalidad terapéutica, me permiten soltar algo de lastre y compartir. En cierta medida, de eso se trata al escribir, de un sano impulso por compartir.
La experiencia es fruto directo de las vivencias que has englobado en tu vida, y mientras más dinámico, proactivo y decidido sea tu carácter, mayor es el número de percances, fracasos, éxitos… Los que están siempre en un sofá, suelen equivocarse muy poco…
Y, posiblemente eso sea la experiencia, el superar, o al menos intentarlo, infinidad de inconvenientes y obstáculos, procurando aprender al máximo de cada una de esas vivencias, por eso escribo, y me repito lo de siempre aprendiendo, siempre.
Me encantan los libros, desvelar sus secretos, y sobre todo vivificarlos. Es un verdadero reto alquímico. En su día, la novela de William Goldman “La Princesa Prometida” me desveló una de las primeras señales que han guiado mi camino. La vida es tremendamente injusta, absolutamente tendente al caos, pero es una experiencia única y verdaderamente hermosa. En esa dicotomía puede encontrarse ese óctuple noble sendero que determina la frase de aquel viejo samurái: “No importa la victoria, sino la pureza de la acción”.
Como un moderno y modesto samurái me veo ahora, en este siglo XXI… siempre aprendiendo. Los hombres de empresa, los hombres que intentamos sacar adelante los proyectos de inversión, la creación de empleo, los crecimientos sostenibles, imprimimos cierto carácter guerrero a una cuestión que es mucho más que números. Si además, te obstinas en combinar el sentido común, con principios, voluntad de superación y responsabilidad, ya es un lujo.
Si también logramos inferir carácter, lealtad y sobre todo principios a la actividad económica, es que esa guerra merece la pena. Posiblemente sea un justo combate.
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